Querido hijo:
Te escribo estas letras para que sepas que estoy viva. Estoy escribiéndote despacio porque sé que tú no eres muy rápido leyendo.
Si recibes esta carta es que te llegó; si no, me lo dices y te la mando otra vez.
El tiempo por aquí no está mal: la semana pasada sólo llovió dos veces: la primera estuvo lloviendo tres días, y la segunda cuatro.
Ya te mandé la chaqueta, pero me dijo tu tío Pepe que si la mandábamos con botones pesaría mucho, y el envío sería muy caro, así que se los quitamos y se los metimos en el bolsillo de dentro.